El homo sapiens lleno de angustia al ser consciente de su finitud y por existir en este mundo injusto y cruel, ha buscado aferrase a un ser superior que le de tranquilidad a su alma.
Al ser víctima de su propio engaño y debilidad, se cree perdido en la inmensidad de la soledad por ver únicamente su maldad, que según los dictámenes del miedo sólo serán disueltos estos actos impuros por la piedad amorosa de un Dios. Porque además, sólo éste es capaz de procurar todos las necesidades del alma.
Pero esta piedad no llega tan fácil para asegurar el perdón el hombre ha de ser obediente como cualquier animal domesticado y negarse a disfrutar de ciertos placeres que la naturaleza misma ofrece sin mucho esfuerzo. Porque según los ojos de Dios, el hombre es un ser malvado que tiene que ser castigado por sus pecados a no ser que obedezca.
Sin embargo, la angustia que vive el hombre por el simple hecho de existir no cesa, sus impulsos lo llevan a desear más y sin razón actúa en contra de Dios alejándose cada vez más de su perdón, consiguiendo como único consuelo el dolor por estar solo en este mundo, en esta realidad la cual nunca pidió vivir.
Aún así, el hombre atrapado en su ilusión sigue creando más dioses, ya no sólo aquel que salva su alma, sino el que le da justicia social, el Dios-Estado. Donde el presidente o Dios-encarnado administra el modo de convivir a través de la legislación de leyes que se basan en el castigo y la recompensa.
Este Dios-Estado utiliza diversos medios para lograr la obediencia del hombre que sufre de angustia. Uno de ellos son: la escuela donde se inculca nuevas formas de adoración, las fiestas electorales o los partidos políticos.
Así deviene el Dios-Dinero, que le dan al hombre una razón de vivir cambiando el "ser" por el "tengo", es decir, "soy lo que tengo y si tengo más que tú mejor todavía".
Luego el hombre crea el Dios-Medio-de-Comunicación, encarnado en la TV, la Radio, la prensa, el Internet y sus Redes Sociales que inculcan la "mejor forma de vivir", del cómo se debe de estar "conectado" al otro y de cómo vivir una nueva realidad casi perfecta llama virtual.
Irónicamente es el mismo hombre que llevado por su ego busca adoctrinar a sus semejantes sobre el "temor a Dios" exigiendo fe plena. Pero ninguno Dios logra calmar el sufrimiento porque de lo contrario ¿De dónde vendría el poder del hombre para seguir dominando a otros?.